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En un pueblo olvidado por el tiempo,
Donde la vida transcurría lenta y sosegada,
Vivía un hombre que ya había vivido mucho,
Y que sabía las historias que el tiempo se llevaba.

El viejo contaba historias de amor y de gloria,
De tiempos pasados que ya no volverían,
De valientes guerreros y hermosas damas,
Y de reyes que gobernaron con justicia y firmeza.

Porque la vida es una canción
Que se escribe con cada día,
Un poema sin final
Que sólo el tiempo puede escribir.

La gente se reunía alrededor del viejo,
Para escuchar las historias que contaba,
Y mientras la noche caía y las estrellas brillaban,
La música de su voz los transportaba.

El viejo ya no está, pero sus historias siguen,
En los corazones de aquellos que las escucharon,
Y cada vez que se cuentan, su voz se escucha,
Como una canción a la antigua que nunca termina.